MÓNICA VÁZQUEZ AYALA
VISUAL ARTIST / FINE ART PHOTOGRAPHER
Fine Art Photographer-Visual Artist
ARTIST STATEMENT
TRAYECTORIA
-Estudia fotografía analógica y laboratorio en Barcelona, así como laboratorio de imagen en Marbella. Además, se forma en otras disciplinas como joyería, diseño de joyas y gemología en Madrid.
La artista visual ha expuesto su obra en diversos museos, galerías y ferias de arte, entre ellos el Museo del Grabado Español Contemporáneo (MGEC) y el CAC Málaga con exposiciones individuales, y CAC Málaga la Coracha, Museo del Patrimonio Municipal (MUPAM), La Térmica (Málaga), Ateneo de Málaga, Museo de Almería, MAD Antequera, así como en festivales internacionales como PHotoEspaña e Hybrid Art Fair de manera colectiva.
Además ha sido seleccionada dos veces en los Premios Nacionales del Grabado. Su obra forma parte de las colecciones del Museo del Grabado Español Contemporáneo MGEC y del CAC Málaga, así como de colecciones privadas en España, Alemania, Estados Unidos, Dinamarca, Suecia, Noruega y Finlandia.
-Actualmente, acaba de clausurar en marzo una exposición individual en el Museo del Grabado Español Contemporáneo (MGEC).
INTERESES TEMÁTICOS
-Me considero artista visual más que fotógrafa; el resultado que consigo es un compendio de todo y es lo que me interesa. La belleza y el mensaje, el proyecto y el discurso en si. En este momento hago una obra que parece personal, aunque en realidad son temas comunes por lo que considero que me expreso a través de la conciencia colectiva.
Los escenarios de mis obras son una especie de instalación; los creo desde cero, con cartones, yute, tela... etc. que luego pinto y uso con más elementos para luego fotografiar personas o a mi misma. Es decir, establezco un espacio donde aúno pintura, escultura, textiles, instalaciones y acumulación de diversos objetos que son los símbolos que construyen una parte de mi mensaje. Son el cuerpo y el movimiento los que componen una estructura escénica nueva en cada imagen.
Realizo la cantidad de sesiones de fotos que hagan falta hasta conseguir la imagen que tengo en mente. Trabajo por proyectos, cada obra lleva un proceso, un tiempo y una dedicación; por lo que uso la cámara como un instrumento más, y lo que me interesa es el resultado del conjunto de medios que he utilizado.
tilizado.
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En las fotografías de Mónica Vázquez Ayala, encontramos una minuciosa y abigarrada escenografía, en ellas se
aúnan materiales diversos, colores, reflejos, efectos pictóricos y lumínicos. Sus montajes, si bien son muy
personales, no dejan de recordarnos algunas de las extraordinarias y a menudo barrocas puestas en escena de
Annie Leibovitz, incluso cuando se hallan dominadas por los negros y los grises. Estas complejas instalaciones
hechas de tejidos y objetos, en las que se integran la pintura y la escultura, configuran estructuras semióticas,
significantes, cuyas partes se leen como signos individuales a la par que se asocian en constelaciones
simbólicas para perturbar una expectación fácil. Espejos y espejismos, cuerpos conmocionados, estáticos,
heridos, fronterizos, que se muestran y se esconden, seres sin cara, cuya identidad nos intriga, mientras su
belleza velada o lejana nos atrae. La provocación no viene de la mirada hacia fuera de la obra, recurso tan
querido de la pintura postimpresionista y de la fotografía colonial, ya fueran los ojos de la escandalosa Olympia
o los de las prostitutas magrebíes, en cualquier caso promesa de placer, sino del hecho de velarse y desvelarse,
como hacían con maestría el tándem Cahun y Moore. Cabalgar el tigre en un decorado de cartón, oculto el
rostro mientras el cuerpo se muestra espléndido; quedar sumergida como crisálida en un espacio infinito;
ocultarse en una pose imposible, como algunas de las heroínas autorretratadas de Cindy Sherman, bajo los
velos de una improbable odalisca sonriente; sus autorretratos se nutren de la historia de las artes plásticas para
subvertir su herencia. La imaginación de la autora construye ensamblajes postmodernos en los que el cuerpo,
los cuerpos, se funden con los objetos y crean un universo particular. En él, el retrato entendido en el sentido
clásico, el que practicaron las muy grandes del siglo XX como Maier, Arbus o la propia Sherman, desaparece
para interrogarnos sobre lo que nos rodea, sobre lo que miramos y, quizás, no vemos.
Carmen Cortés
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Extracto de texto por la critica de arte e historiadora Amalia García Rubí para el catálogo de mi exposición en el CAC La Coracha.
(...)Y en definitiva, como ocurre con todas y cada una de las obras que conforman la individual de Mónica Vázquez en las salas del CAC, está el esfuerzo sincero de una fotógrafa con carácter, cuya meta última es llegar a las entrañas mismas de su realidad, y hacerlo sin cortapisas, a través del conocimiento de la imagen artística y su dimensión más allá del mero valor de culto. O como dijo Benjamin: Con la fotografía, el valor de exhibición comienza a vencer en toda regla al valor ritual del arte .
(…)Una vez, pues, aclarado el primer significado del cuerpo como punto de partida en la obra de Mónica Vázquez, no tanto desde la idea de reinvención permanente, propia de las tendencias vinculadas al body art, sino entendiendo su entidad mediadora esencial entre mi ser individual y mi entorno natural o social, cabría en las páginas siguientes hacer un recorrido, siquiera sumario, por las distintas facetas temático-formales que la artista ha desarrollado a lo largo de su trabajo, teniendo siempre presente lo corporal humano como eje articulador de todas y cada una de las partes que configuran esta obra y en general un amplio segmento de su trayectoria creativa.(...)En primer lugar, el comentado recurso al desnudo como lenguaje en íntima relación con los lugares de ubicación, ya sean dados (paisajes, interiores) o artificialmente creados (escenografías-ambientes), adopta en estas fotografías una gran cantidad de registros formales, al tiempo que denota la necesidad de salvaguardar una continuidad visual mediante la repetición de ciertas estructuras compositivas. Entre otras, el juego de perspectivas, ya sean a la altura de los ojos o en fuertes picados, los enfoques desde lo más alejado hasta los planos más cortos y concentrados, el posado de espaldas y la ocultación del rostro de los modelos a veces deliberadamente “decapitados” por el encuadre, la aparente inmutabilidad expresiva de los protagonistas para incrementar la sensación de aislamiento de la acción, el movimiento congelado de las anatomías mediante el estudio de escorzados y tensionados casi manieristas, el estudio de reflejos, texturas y matices lumínicos que denota la importancia concedida a los detalles sensoriales, la cuidada disposición de los objetos/basura en un desorden ordenado horror vacui que agudiza el sentido de lo teatral mediante el attrezzo ornamental a veces lindante con lo kitsch. Estas últimas características especialmente manifiestas en la serie dedicada a los tableau vivant sobre mitos, dioses, héroes y fetiches literarios o artísticos, agrupados en Never be a Robot. Por fin y de manera muy resumida, mencionar la extraordinaria capacidad de Mónica Vázquez para convertir lo real en imaginario y a la inversa, echando mano de la narración fragmentada, las asociaciones semánticas y el poder simbólico de la representación, construyendo territorios de confluencia entre dos contrarios siempre yuxtapuestos: el ser perdurable y el ser mudable.
Amalia García Rubí (critica de arte e historiadora)
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“Hay en la suya referencias a la capacidad de enamorarse de lo cotidiano como Eugène Atget, Robert Capa o Julio Ubiña, a la combinación de elementos contradictorios de Hausmann, al culto de un cuerpo y la sensualidad, no con la frialdad de Newton, sino con la fascinación de Man Ray y, siempre con el romanticismo, ciertamente poético, de Boubat.”
“En la estética de Michael Biberstein o Bill Viola pero con implicación emocional... compromiso emocional quise decir”
Mónica Vázquez Ayala es una de las artistas andaluzas que combinan mejor la transgresión con el misterio, la fuerza de la iconografía con la elegancia del compromiso.
Fernando Francés (director del Museo de Arte Contemporáneo de Málaga CAC )
Monicavazquezayala Monica Vazquez Ayala Photography
Exhibitions
Mónica Vázquez Ayala
Madrid, España, 1972
EXPOSICIONES INDIVIDUALES
2024
Festival de Arte ACRO, Estudio de Ignacio del Río, Villanueva del Rosario.Rewriting. Ana Sánchez / Mónica Vázquez Ayala
2023-2024
Más allá de los sueños, donde bien y mal no existen, allí me encontraré. Museo del Grabado Español Contemporáneo MGEC. Marbella
2022
"Para convertirme en recepción total, tuve que negarme a dar" Huber Plattform, Estepona.
2020
Ausencia, CAC Málaga - La Coracha, Málaga
2019
Ausencia, Huber Platform, Estepona, Málaga
2016
N3V3R 83 4 R0807, Estudio Ignacio Del Río, Málaga
2015
Rescatando al Artista. Retrospectiva y análisis
de la obra de la artista por el crítico e historiador de arte José Manuel Sanjuán, MGEC, Museo del Gra- bado Español Contemporáneo, Marbella, Málaga
2005
El Espejo De La Panadera, Museo del Molino de Ojén, Málaga
EXPOSICIONES COLECTIVAS
2024
PHotoEspaña 2024. Mapping. Centro artístico MECA Mediterráneo, Almería
𝗔𝗥𝗦 𝗩𝗜𝗦𝗜𝗕𝗜𝗟𝗜𝗦 𝗩𝗜, 𝗘𝘅𝗽𝗼𝘀𝗶𝗰𝗶𝗼́𝗻 𝗜𝗻𝘁𝗲𝗿𝗻𝗮𝗰𝗶𝗼𝗻𝗮𝗹 𝗱𝗲 𝗔𝗿𝘁𝗲 𝗖𝗼𝗻𝘁𝗲𝗺𝗽𝗼𝗿𝗮́𝗻𝗲𝗼 𝗱𝗲 𝗠𝘂𝗷𝗲𝗿𝗲𝘀 𝗔𝗿𝘁𝗶𝘀𝘁𝗮𝘀 en MECA
2023
Art For Change: Animalario Para La Agenda 2030. Archivo Municipal de Málaga.
2022
"Creadoras", Museo del Patrimonio Municipal (MUPAM), Málaga
Museo de Algeciras, Talentos, Varios.
Autopoiesis, Museo del Patrimonio Municipal MUPAM, Málaga.
Cuatro Miradas, Museo del Grabado Español Contemporáneo MGEC, Marbella.
Soledad: Huber Plattform, Estepona.
2021
Art For Change: Animalario Para La Agenda 2030. Jardin Botánico, Málaga.
La distancia que me habita, Ateneo de Mälaga.
Hybrid, semana del arte, Madrid.
El gabinete secreto, Galería César Sastre, Sevilla.
2020
PHotoEspaña 2020, Centro artístico MECA Mediterráneo, Almería;
Museo del Grabado Español Contemporáneo MGEC
Galería de Arte La Nouvelle Vague, Marbella, Málaga
2019
Dicen que no hablan las plantas, Estudio de Pedro Castrortega, Madrid
Escales, Galería de arte Wadströhm Tonnheim, Marbella, Málaga
Premios Ateneo-Universidad de Málaga, Ateneo de Málaga
Corazón Negro, Corazón Blanco, Biblioteca Municipal Alhaurin, Málaga
Exposición de las obras premiadas y seleccio- nadas en los XXIV Premios Nacionales del Grabado, Museo del Grabado Español Contemporáneo MGEC, Marbella, Málaga
Alégrame esas Pascuas, Galería de Arte Gunter, Madrid
2018
Ars Visibilis IV. Genius, Exposición Internacional de Arte Contemporáneo de Mujeres Artistas, Museo de Almería
Proyecto In_House, Feria de Arte Art Marbella, Málaga
Neighbours IV, CAC Málaga, Centro de Arte Contemporáneo de Málaga
En cualquier caso sigue disparando, Galería Pop Up, Madrid
2017
La Frontera de lo Sensible, Mad Antequera, Málaga 2016
Exposición de las obras premiadas y seleccio- nadas en los XXII Premios Nacionales del Grabado, Museo del Grabado Español Contemporáneo, Marbella, Málaga
Homenaje a Cervantes, Nando Arguelles Art Proyects, Algeciras, Cádiz
Beauty, Centro de Exposiciones Ayuntamiento de Benalmádena, Málaga
2015
Beauty, La Térmica, Málaga; Mad Antequera, Má- laga;
Galería Manolo Ales, La Línea de la Concep- ción, Cádiz;
Colegio de Arquitectos, Cádiz
Equal Love, Red Penguin Art Gallery, Marbella, Málaga
2014
La Palabra que se guarda, Galería Plataforma de arte Huber, Estepona, Málaga;
Colegio de Arquitec- tos de Cádiz.
Ver es Imaginar, Sala la conjunción Y, Madrid
¿Quién es la más Bella? La Sala de Blas, Archidona, Málaga
This is not a Museum, La Colectiva, Málaga.
Why Not?, Galería de arte Nando Argüelles, Soto- grande, Cádiz
Arte Kempinsk, Hotel Kempinski Bahia, Estepona, Málaga
Estepona Art Project, Palacio de Ferias y Congresos de Estepona, Málaga
2013
Dispara-T, Barrio del Soho, Málaga
12 meses, 12 artistas, Museo del Grabado Español
Contemporáneo, Marbella, Málaga
2010
Fuerte Pasión, Hotel el Fuerte Estepona, Málaga
FIAM II, Feria de Arte Contemporáneo, Marbella, Málaga
2009
FIAM I, Feria de Arte Contemporáneo, Marbella, Málaga
2008
Viaje Al Ser, Centro Cultural Padre Manuel, Estepona, Málaga
2006
Discos para una exposición, Museo Cortijo de Miraflores, Marbella, Málaga
2005
El Jardín de Luz, Museo Cortijo de Miraflores, Marbella, Málaga
PREMIOS Y CONCURSOS
2020
Jurado del Concurso de Fotografía de la
VII Edición del Festival Nuevo Cine Andaluz de Casares, Málaga
2019
Seleccionada en XXIV Premios Nacionales de Grabado, Marbella, Málaga
2018
Finalista Premios Ateneo, Universidad de Málaga
2016
Seleccionada en XXII Premios Nacionales de Grabado, Marbella, Málaga
OBRAS EN MUSEOS Y COLECCIONES PÚBLICAS
CAC Málaga, Centro de Arte Contemporáneo de Málaga
Museo del Grabado Español Contemporáneo, Marbella, Málaga
Museo del Patrimonio Municipal, Málaga
MÓNICA VÁZQUEZ AYALA, EL INCONSCIENTE DESNUDO
Amalia García Rubí (Critica de arte e historiadora )
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Cada uno de mis proyectos parten de un proceso en el que descubro mi inconsciente. Con estas palabras Mónica Vázquez comienza el texto de presentación de su exposición “Ausencia”, en las salas de La Coracha del CAC de Málaga. La artista afirma haberse enfrentado a uno de los retos más importantes de su carrera, tanto por la complejidad del espacio expositivo, dividido en dos plantas de considerables dimensiones, como por la indudable carga emotiva y también logística que ha supuesto para ella el proceso de selección y ordenación de casi un centenar de imágenes fotográficas, muchas veces difíciles de extraer del contexto en el que fueron creadas, para ser reintroducidas en un entramado global cuyo resultado último pueda ofrecer al espectador una lectura de conjunto coherente y comprensible, sin por otro lado renunciar a los intereses fundamentales de la autora.
Ausencia, es por tanto y, antes que nada, la consecución de una andadura vital prolongada en el tiempo, jalonada de sucesos, emociones, reflexiones, caídas y remontadas, no siempre sencillos de sintetizar, ante los cuales Mónica Vázquez opta desde el inicio por dejar una vía de escape al inconsciente como ámbito eficaz de creación y recreación al tiempo que puente de unión del yo con la realidad. En ese contacto que trasciende lo aparente para alcanzar lo recóndito, la desnudez se hace cargo no solo de su fisicidad real, sino de su función comunicativa experimental, empírica, táctil: es la permanencia de nuestro cuerpo lo que hace posible la experiencia del mundo (…) Solo por medio del cuerpo franqueamos las barreras de nuestra individualidad y nos abrimos al universo de símbolos de la cultura
Una vez, pues, aclarado el primer significado del cuerpo como punto de partida en la obra de Mónica Vázquez, no tanto desde la idea de reinvención permanente, propia de las tendencias vinculadas al body art, sino entendiendo su entidad mediadora esencial entre mi ser individual y mi entorno natural o social, cabría en las páginas siguientes hacer un recorrido, siquiera sumario, por las distintas facetas temático-formales que la artista ha desarrollado a lo largo de su trabajo, teniendo siempre presente lo corporal humano como eje articulador de todas y cada una de las partes que configuran esta obra y en general un amplio segmento de su trayectoria creativa.
Antes de pasar a intentar desgranar los enigmas que esconden las fotografías de Mónica Vázquez, me gustaría hacer un apunte último sobre aquellos rasgos comunes, tanto desde una perspectiva puramente estética como desde un enfoque si se quiere más conceptual, que de manera casi obsesionante se repiten a través de varios léxicos, en las imágenes creadas por la artista a lo largo de los últimos años, las cuales hallamos extraordinariamente agrupadas en esta individual del CAC.
En primer lugar, el comentado recurso al desnudo como lenguaje en íntima relación con los lugares de ubicación, ya sean dados (paisajes, interiores) o artificialmente creados (escenografías-ambientes), adopta en estas fotografías una gran cantidad de registros formales, al tiempo que denota la necesidad de salvaguardar una continuidad visual mediante la repetición de ciertas estructuras compositivas. Entre otras, el juego de perspectivas, ya sean a la altura de los ojos o en fuertes picados, los enfoques desde lo más alejado hasta los planos más cortos y concentrados, el posado de espaldas y la ocultación del rostro de los modelos a veces deliberadamente “decapitados” por el encuadre, la aparente inmutabilidad expresiva de los protagonistas para incrementar la sensación de aislamiento de la acción, el movimiento congelado de las anatomías mediante el estudio de escorzados y tensionados casi manieristas, el estudio de reflejos, texturas y matices lumínicos que denota la importancia concedida a los detalles sensoriales, la cuidada disposición de los objetos/basura en un desorden ordenado horror vacui que agudiza el sentido de lo teatral mediante el attrezzo ornamental a veces lindante con lo kitsch. Estas últimas características especialmente manifiestas en la serie dedicada a los tableau vivant sobre mitos, dioses, héroes y fetiches literarios o artísticos, agrupados en Never be a Robot. Por fin y de manera muy resumida, mencionar la extraordinaria capacidad de Mónica Vázquez para convertir lo real en imaginario y a la inversa, echando mano de la narración fragmentada, las asociaciones semánticas y el poder simbólico de la representación, construyendo territorios de confluencia entre dos contrarios siempre yuxtapuestos: el ser perdurable y el ser mudable.
LA ESPERA Y EL ABANDONO
Tal y como nos cuenta la propia artista, el título “Ausencia”, retomado de la obra en blanco y negro que abre la exposición, en la que un joven taciturno, sale de una silueta de cartón toscamente fabricada, emulando su propia sombra tétricamente triste, tiene que ver con un hecho personal contradictorio, descubierto casi por azar, que inopinadamente llevó a la artista a experimentar el sentimiento de “culpa”. Este pensamiento taladrador transferido en la cultura judeocristiana a la noción de “pecado” se halla muy ligado a la experiencia de mujer-madre (mala madre), encabezamiento de una serie de imágenes relacionadas con las consecuencias provocadas por el abandono familiar. Sobre el sentimiento de culpa, ya Freud argumentó que, en nuestra cultura, el sentimiento de culpabilidad se impone a la conciencia con excesiva intensidad (…) Además de explicar su causalidad como una necesidad inconsciente de castigo. Para concluir que el comportamiento errático del que a menudo no somos conscientes, engendra inexorablemente otras variantes internas como la “angustia”, el “miedo” o el “remordimiento” (en relación al pecado). Y en esta cadena de causa-efecto, la severidad del super-yo (la conciencia) produce la angustia subyacente a todas estas relaciones (…) el impulso a la destrucción interna . La autodestrucción como modo de paliar nuestro sentimiento de culpabilidad, al tiempo que la lucha del yo por liberarse de su yugo, se halla también latente en las intenciones interpretativas subliminales si no claramente explicitadas en una obra que nos sitúa siempre al borde del abismo, entre dos polos contrapuestos, la luz y la oscuridad, el amor y el odio, la vida y la muerte.
EROS Y THANATOS, DE AMOR Y MUERTE
Detrás de muchas de las imágenes agrupadas en la amplia serie “Lugares Abandonados, Testigo y Ermitaño” , a mi juicio una de las más interesantes aportaciones de esta exposición, aparece de soslayo ese “oscuro objeto de deseo”, el erotismo y su negación como búsqueda subconsciente, una de las emociones más contradictorias y con mayor impacto e influencia en la historia del arte, tanto desde su calidad de recurso mitológico como en aquello que ahora más nos interesa: su expresión profunda del ser dual o el desdoblamiento de identidades plasmado en el pensamiento rimbaudiano “Yo es otro”.
Eros y Thánatos es sin duda el mejor reflejo de los instintos freudianos básicos que Bataille llevó a lo subversivo embriagador dando una vuelta de tuerca más al depredador e incitador desencadenamiento de deseos humanos. Un tema que de manera casi involuntaria nos conduce de lleno al surrealismo y sus concesiones sobre lo bello libérrimo y lo destructivo horripilante. O como mejor explica el siguiente párrafo de O.J. González Molina en su ensayo sobre Historia del Ojo: El placer unido a la muerte, el Eros entrelazado con el Thánatos, despliega la perversidad humana que se resume en ese sentimiento límite que nos instala en una situación ambigua, donde experimentamos con igual ahínco y fascinación tanto el goce extremo como el dolor lacerante.
“El miedo al abandono, amontona basura emocional y lleva a la decadencia”, nos recuerda Mónica Vázquez. Sin embargo, podríamos añadir que, frente a ese temor racionalmente interiorizado y plasmado en cuerpos desvalidos, extraviados e incomunicados, aparecen otros extrañamientos subconscientes abiertos a emociones como pudieran ser la atracción fatal hacia lo abismal y siniestro, el viaje hacia el mundo desconocido de los sueños o el poder de seducción de lo prohibido, donde se hace patente la mirada testimonial e indiscreta del ojo-vouyer (“testigo ocular”), al que debemos contraponer “el ojo en estado salvaje” prefigurado por André Bretón, es decir, aquél que existe liberado de todo prejuicio o convención. Una verdad surrealista que, huelga decir, fluye de manera natural e imparable a lo largo de toda esta exposición. Pero también el ojo que duerme, y ve en la oscuridad mundos vetados a los sentidos. El surrealismo reivindicó el sueño como “la otra mitad de la vida”: un espacio de afirmación, no sólo del deseo, sino de todo aquello que no conseguimos alcanzar mientras estamos “despiertos”. Un arco que fluye: eros, luz, conocimiento
MUJER DURMIENTE, EL SUEÑO DE ARIADNA
La poética del sueño, toda vez que se ha desvelado como elocuente inspiración del surrealismo, es sin duda una de las constantes más evidentes en la obra de Mónica Vázquez. La mujer durmiente, está presente en las delicadas imágenes que configuran el apartado Sobre la Vulnerabilidad, extensible, asimismo a otras series como Seguir sonriendo o Sobre la luna. Por no citar algunos títulos de obras aisladas donde la palabra “sueño” aparece rotulada, como El Sueño de Rousseau, dentro de las revisiones que hace la artista sobre la historia del arte, dedicada en este caso al pintor Henri Rousseau, El Aduanero, quizá la más célebre figura “protosurrealista”, admirada por pintores y fotógrafos como Ernst, Carrington o el mismo Breton. La actividad del sueño era considerada altamente productiva por Breton y sus seguidores, desde aquel famoso aforismo, “No molestar, el artista trabaja”, hasta las intrincadas conexiones del subconsciente que rigen un arte a pleno rendimiento, desconocido para la mente despierta. Soñar con los ojos cerrados y también abiertos, parecen hacer las mujeres y hombres de Mónica Vázquez mecidos por extraños vaivenes accidentales que escapan al devenir del tiempo de vigilia. En ese viaje interior, nos asalta el deseo irreprimible de surcar mundos psíquicos no menos reales, como hicieron las primeras fotógrafas liberadas del relato “coherente “(Cahun, Miller, Oppenheim); territorios revelados solo parcialmente por el estado de letargo que produce el ensueño. Atrapados en las redes invisibles del pensamiento semiconsciente, vaciadas sus mentes de toda existencia sobrevenida, los protagonistas de esta obra caminan espectrales, se detienen, se alzan, danzan, contonean y estremecen, para finalmente caer rendidos sobre sí mismos, presos del recelo, quizá, a dar el salto definitivo. La sordidez del paisaje derruido, la habitación fría y anodina, el espejo o el diván, son su última vía de escape, para vencer toda negación, toda censura. Es la catarsis de Ariadna en su lecho de amor, la copa rebosante de néctar ambrosiano la que se esparce subyugante en el festín del sueño fortalecedor y la siniestra pesadilla reconfortante. Pero también la asfixiante sensación de debilidad y desprotección insoportable, un ahogo que permanece, sin remedio, en el encierro de la vida. Ante todo, mis sueños son un licor, dirá Artaud en “El soñador defectuoso”. Y continúa: Ni en la vida de mis sueños, ni en la vida de mi vida, alcanzo la altura de ciertas imágenes. Todos mis sueños carecen de salida, de fortaleza, de plano de la ciudad … El grito de Artaud es una batalla constante contra la representación de la vida tal y como se piensa, su antirracionalismo encuentra en lo corpóreo de lo soñado el otro saber ilógico fruto de la experiencia intensa del ser en su mismidad. También el grito sordo de estas esposas, amantes, madres e hijos absortos en lo insólito del mundo alrededor, expresan el punzante y vertiginoso eco primordial de la vida.
DEL LABERINTO A LA HABITACIÓN VACÍA
La sensación de enclaustramiento laberíntico que muestra a los seres dolientes de Mónica Vázquez incapaces de su liberación total, es otra de las constantes que se transmiten con mayor sutileza y al mismo tiempo de manera muy vehemente en la mayoría de estas fotografías. Ya sea a través de juegos de espejos que esconden realidades ambiguas, ya se desprenda de la carne huidiza convertida en estatua, maniquí, reflejo, ya por medio de habitáculos angustiantes, paredes desconchadas, cristaleras, redes, cajas de cartón que obligan a contorsiones imposibles… En todos los casos, el desasosiego viene provocado por la inconclusión de una acción que parece volver una y otra vez al mismo punto de partida, una espiral infinita que se sucede a través del tiempo-espacio circular, un eterno retorno hipnotizante y aterrador. En esa nueva dimensión que abraza la aparente normalidad de estas imágenes, la incertidumbre se cuela por entre las luces cálidas-gélidas de una habitación sin vistas, cuyas ventanas vermeerianas iluminan a duras penas el tálamo desecho, de sábanas todavía calientes, creando un efecto de naturalismo fotográfico insospechado.
Nos estamos refiriendo al conjunto de fotografías de La salita verde… una de las últimas secciones de esta espléndida exposición que hablan del vacío, de la nada que deja la muerte tras su paso. Aquí sobrevuela una atmósfera de realismo oprimente, cuyo misterio casi cinematográfico no encontramos de manera tan esclarecedora en otras obras. La ventana pone indirectamente en conexión exterior e interior siendo al mismo tiempo frontera infranqueable, un elemento de extrañamiento que deja en suspense lo que hay al otro lado. El enfoque en perspectivas cortas y estáticas, frontales o levemente altas, transmiten de antemano el silente reposo propio de cualquier estancia doméstica. Asimismo, las luces tamizadas por transiciones que van de la intensidad casi cegadora del vano al claroscuro de zonas interiores de la habitación, dan una sensación de espacio verdadero, humano, vivido. Hay además, en todas estas imágenes de serena nostalgia, un diálogo de carga dramática entre los objetos y su memoria, que agudiza el componente metafórico de lo común a través de su intencionada personalización.Y en definitiva, como ocurre con todas y cada una de las obras que conforman la individual de Mónica Vázquez en las salas del CAC, está el esfuerzo sincero de una fotógrafa con carácter, cuya meta última es llegar a las entrañas mismas de su realidad, y hacerlo sin cortapisas, a través del conocimiento de la imagen artística y su dimensión más allá del mero valor de culto. O como dijo Benjamin: Con la fotografía, el valor de exhibición comienza a vencer en toda regla al valor ritual del arte .
Septiembre 2020
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José Jiménez, Imágenes del hombre, Fundamentos de estética. Madrid 1986, p. 100
Sobre este tema, véase Patricia Mayayo, La reinvención del cuerpo, en Tendencias del Arte, Arte de Tendencias, Ensayos Arte Cátedra, Madrid 2004/2009 (2ª ed.), pp. 86-87,
Sigmund Freud. El malestar en la cultura y otros ensayos. Madrid, 2006. Ed. Alianza, p. 116
Ibídem, p. 117
Oscar Javier González Molina, La oscura búsqueda del placer: una aproximación a los caminos del Eros y el Thánatos en la Historia del ojo de Georges Bataille, p.23
Citado por Francisco Calvo Serraller, en su ensayo La teoría artística del surrealismo, dentro del libro El surrealismo, dirigido por Antonio Bonet Correa, Ed. Cátedra, Madrid 1986, p. 44
José Jiménez, Somos plenamente libres, catálogo de la exposición sobre Las mujeres artistas y el surrealismo, Museo Picasso de Málaga, 2017, p.149
Antonin Artaud, El Arte y la Muerte/ Otros escritos, 1929. En ed. Caja Negra, Buenos Aires 2005. p. 95
Walter Benjamin, La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica, México D.F 2003. p.58
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